martes, 28 de mayo de 2013

Jane Austen: lo profundo en la superficie

La Literatura se caracteriza por ser un ámbito bastante copado de prejuicios. No sólo desde la crítica, sino también por parte de los lectores. Jane Austen ha sido considerada una escritora de novelas “rosa” y una casamentera empedernida. Pero catalogarla en este tipo de narrativa no permite acceder a la verdadera riqueza de su obra.
Si bien el género sentimental es la base de sus historias, quedarse en ese aspecto es caer en lo anecdótico. El matrimonio fue el centro de las novelas de Austen; sus heroínas se desenvuelven en el rígido ámbito rural inglés de fines del siglo XVIII y principio del XIX donde sus perspectivas se desarrollan en torno a la unión con un hombre. Todo gira en torno a la posibilidad del casamiento. Pero detrás de las historias de sus protagonistas, Austen devela la realidad de la época: la unión con un hombre se convierte en el horizonte de posibilidades de la existencia femenina. Es la única opción de cambio y de ascenso o movilidad social para la mujer. De esta manera, no resulta tan paradójico que la casamentera máxima de las letras inglesas haya permanecido soltera hasta su muerte: en su obra desnuda la realidad del matrimonio como pacto social donde se activan jerarquías, respetos y obediencias.
Por otro lado, la escritura de Austen ha sido caracterizada como demasiado descriptiva y lenta en el desarrollo de las acciones. En realidad, esto es producto del agudo poder de observación de la autora que se manifiesta en lo descriptivo. Lejos de convertirse en un relato superficial y lleno de detalles superfluos, la narrativa de Austen logra un grado extremo de verosimilitud, con una ausencia de premura que acelere indebidamente la acción, y con un grado muy alto de agudeza psicológica apoyada en el retardo de la acción en beneficio de la profundidad descriptiva.
De esta forma, la autora maneja emociones mucho más profundas de las que parecen aparecer en la superficie. Como dice Virginia Woolf: “Lo que ofrece es, aparentemente, una nimiedad; no obstante está compuesto de algo que se expande en la mente del lector y dota de las formas más duraderas de la vida a escenas exteriormente triviales. El énfasis está siempre puesto sobre el carácter”. A través de las agudas descripciones de la vida realiza una discriminación de valores humanos.
El prejuicio es uno de los elementos  adversos para sus heroínas y ella se burla de los prejuicios de la época. El gran blanco de ataque de la narrativa de Austen en términos concretos es el prejuicio. Y esa crítica llega a través de la sátira y la ironía, tan precisas a veces, que se nos escapan. Austen no teoriza sobre la naturaleza del prejuicio, sino que lo pone en acto; y en esa puesta tan equilibrada de sus dotes narrativos la proporción exacta le gana a la estridencia.
Como lectores de Jane Austen es un orgullo vencer al prejuicio que recae sobre su obra. Es cuestión de sensatez, más que de sentimiento, poder vislumbrar la importancia de su narrativa. La persuasión se logra sólo con leerla.